lunes, 31 de octubre de 2011

Dos mitos hititas. Presentación.

Estatuilla sumeria del dios Anu

Mitos hititas

Los primordiales. Kumarbi, Teshub y la lucha cosmogónica

Aquí les ofrezco la traducción de dos textos de mitología hitita: La Realeza en el Cielo, y el Canto de Ullikummi.

Las tabletas que relatan estos mitos se encontraron en Bögazh Kei, sitio de Anatolia (Turquía). Allí en su tiempo se alzaba Hattussas, capital del reino hitita que fuera destruida a fines del siglo XIII AEC.

Según la versión de Zecharia Sitchin, estos mitos eran originariamente patrimonio de los hurritas, pueblo del norte de Siria que rivalizó con los hititas, hasta que estos lo dominaron y asimilaron parcialmente.

Antes de los dioses ordenados y jerarquizados del panteón (que eran doce para los hititas, al igual que los olímpicos para los griegos), fue la era de los Primordiales, deidades turbulentas y crueles que luchaban entre sí. Su peripecia se desarrolló en un tiempo anterior al tiempo dividido y mensurable; sus dinastías se van destruyendo hasta llegar a aquel joven dios que iniciará otra etapa cosmogónica.

Entre los Primordiales se dan episodios de filicidio, castración, violación, preñez del dios, devoraciones y combates. Escenas similares se hallarán más tarde en la Teogonía de Hesíodo; y algo semejante a estas confrontaciones virulentas se percibe en otros mitos de los Primordiales, como el de Noshtex entre los tehuelches. Al final del mito, queda asentado el dominio del Dios de las Tormentas Teshub, o Taru, toro de las lluvias y el cielo, deidad semejante al Zeus griego.

El cosmos es heredero de una historia violenta; Teshub ha sido engendrado en el vientre de Kumarbi por el falo de Anu, que Kumarbi devoró. Tampoco el nuevo reinado es un dominio pacífico. Al igual que les sucederá a los Olímpicos en el mito griego, aquí el nuevo dios deberá enfrentar la rebelión de una criatura con rasgos ctónicos, Ullikummi, hijo de Kumarbi y la Madre Roca. El nuevo orden está a punto de ser derrocado; sólo mediante la recuperación de las armas antiguas y las viejas palabras, así como la alianza entre los dioses (y quizás algún héroe “nuevo”) podrá Teshub recuperar el poder que había perdido. Pero a pesar de la victoria, queda la sensación de la precariedad del orden cósmico religioso. La arcaica Lanza de Cobre es una referencia a una etapa aún anterior, aquella de la separación violenta de la tierra y el cielo; quizás un emblema de la separación, la discriminación frente al caos.

En la mitología, la cosmogonía y la poesía clásica griega se encuentran resonancias de estos mitos hititas.

Los hemos traducido de Zacharia Sitchin, humanpast.net, y emoryclassics-classresources website

Mitos hititas 1. La realeza en el cielo.

El Dios de las Tormentas, Teshub o Taru (toro). En su mano, el rayo.


La Realeza en el Cielo

Escuchen ahora cuáles son los dioses que están en el cielo, y los que están sobre la tierra de oscuro color. Escuchen, estos son los poderosos dioses antiguos.

Cierta vez, en los días antiguos, Alalus fue rey en el cielo. Mientras Alalus estaba sentado en el trono, el poderoso Anu, primero entre los dioses, estaba frente a él; y se inclinaba a sus pies y le servía la copa en su mano.

Nueve fueron en número los años /períodos/ durante los cuales Alalus fue rey en el cielo. En el año /período/ noveno, Anu le dio batalla y lo derrotó. Alalus huyó ante Anu, y descendió a la tierra oscura. Descendió a la tierra oscura, y Anu tomó su asiento sobre el trono. Estando Anu sentado sobre el trono, el poderoso Kumarbi le daba de comer. Se inclinaba a sus pies y le servía la copa en su mano.

Nueve fueron en número los años durante los cuales Anu fue rey en el cielo. En el año noveno, Anu le dio batalla a Kumarbi, y al igual que Alalus, Kumarbi le dio batalla a Anu. Cuando ya no pudo resistir la mirada de Kumarbi, Anu se libró de las manos de Kumarbi, y voló, Anu voló como un pájaro por el cielo. Tras él se lanzó Kumarbi, lo apresó, lo puso a sus pies y lo arrojó del cielo.

Él, Kumarbi, quebró las rodillas de Anu, y devoró su virilidad. Cuando la hubo capturado, cuando Kumarbi había devorado la virilidad de Anu, se regocijó y rio.

Anu volvió a él, a Kumarbi le habló: “Te regocijas en cuanto a tu interior, porque has devorado mi virilidad. ¡No te regocijes en cuanto a tu interior! Allí yo te he plantado una carga pesada. En primer término, te he preñado con la semilla del noble Dios de las Tormentas /Teshub/. En segundo lugar, te he preñado con el río Tigris, al que no se puede contener. En tercer lugar, te he preñado con el noble Tasmisus. He plantado tres dioses temibles como semilla en tu vientre. ¡Más te valdría ir y terminar con tu vida golpeando las rocas de tu propia montaña con tu cabeza!”

Cuando Anu había terminado de hablar, ascendió al cielo y se escondió. Kumarbi, el rey sabio, escupió desde su boca. De su boca escupió… mezclado con… Lo que Kumarbi escupió, cayó sobre el monte Kanzuras; … un dios impresionante allí.

Lleno de furia, Kumarbi fue a Nippur … En el señorial … se instaló. Kumarbi no … (mientras) cuenta los meses /de su preñez/. Llegó el séptimo mes …

/Sigue una parte fragmentada. Anu se dirige al Dios de las Tormentas, que todavía está sin nacer en el interior de Kumarbi, y le advierte acerca de las diversas partes del cuerpo de Kumarbi a través de las cuales puede salir. El Dios de las Tormentas responde, desde el interior de Kumarbi: /

¡Larga vida a ti, señor de la fuente de las sabiduría! La tierra me dará su fuerza, y el cielo me dará su valor, Anu me dará su hombría y Kumarbi me dará su sabiduría…

/Parece que el Dios de las Tormentas habla de su grandeza futura, y le promete a Anu que lo vengará. Anu repite sus advertencias en cuanto a los lugares por lo cuales el Dios de las Tormentas puede salir a luz, entre ellas la boca de Kumarbi y “el buen lugar”. El Dios de las Tormentas replica: /

“Si salgo por su … se va a perturbar mi mente. Si salgo por su… me profanará con su mancha,… me profanará en la oreja… Si salgo por “el buen lugar”, una mujer me…”

/En el tramo siguiente el Dios de las Tormentas parece estar preocupado por lo que sucedería si él saliera a luz partiendo el “tarnassas” de Kumarbi/

A medida que él caminaba y tomaba su lugar ante Ayas, Kumarbi se sintió mareado y se desmayó… Kumarbi empezó a decirle a Ayas: “¡Dame mi hijo, quiero devorar a mi hijo!”

/Parece que efectivamente Kumarbi recibe algo para comer. Pero ese alimento escapa de su boca, y él comienza a lamentarse. Ante la lamentación de Kumarbi, Ayas le sugiere llamar a ciertos expertos. Y esto se lleva a cabo./

Ellos comenzaron un trabajo mágico sobre él. Ellos le siguieron trayendo sacrificios de alimentos, ellos siguieron… Del “tarnassas” /él quería salir, pero/ ellos hicieron seguro el “tarnassas” de Kumarbi. De modo que el valiente Dios de las Tormentas salió a luz por el “buen lugar”.

/El nacimiento del Dios de las Tormentas se completó, y fue informado a Anu. Este comienza a conspirar para destruir a Kumarbi con la ayuda del Dios de las Tormentas, que se prepara para la batalla. No se encuentra la narración de la batalla en la parte preservada de la tableta. Es posible suponer que el Dios de las Tormentas, Teshub, derrotó a Kumarbi y asumió la realeza en el cielo/.

Mitos hititas 2. El canto de Ullikummi.

La Madre, la Montaña; estatuilla de la diosa arcaica Hannamahn



Canto de Ullikummi


Kumarbi está pensando sabios pensamientos en su mente. Él alienta la idea de crear la desgracia y el daño contra el Dios de las Tormentas. Alienta la idea de levantarse como rival contra el Dios de las tormentas. Kumarbi piensa estos sabios pensamientos en su mente, y los entrelaza como abalorios.

Cuando ha pensado ya estos sabios pensamientos en su mente, él se levanta instantáneamente de su asiento. Toma su bastón en su mano, se calza suaves zapatos en los pies. Sale de Urkis, su ciudad, y se dirige a …

En la… yace una gran roca /la Señora Montaña/. Su largo es de tres horas dobles, su ancho es … /horas dobles/ y media. Su deseo se despertó y yació con la roca. Su virilidad fluyó hacia ella; cinco veces la tomó, diez veces la tomó …

Cuando la noche … cuando la noche llegó, la piedra se movió… la atendieron cuando dio nacimiento… la Roca… y pronto apareció el hijo de Kumarbi.

Las… mujeres lo trajeron al mundo; la Mujer Buena y las Diosas Madres levantaron al niño y lo pusieron sobre las rodillas de Kumarbi. Kumarbi comenzó a acariciar al niño y lo hacía danzar arriba y abajo. Y procedió a darle al niño un nombre propicio!

Se dijo Kumarbi en su alma: “¿Qué nombre le daré? El niño que la Mujer Buena y las Diosas Madres me han presentado, /debido a que/ salió del cuerpo de ella como un astil, el niño se llamará Ullikummi /significa “Destructor de Kummiya”, la ciudad celeste de Teshub/! ¡Que ascienda al cielo en busca de la realeza! ¡Que conquiste Kummiya, la ciudad hermosa! ¡Que ataque al Dios de las Tormentas y lo deshaga en pedazos como a un mortal! ¡Que lo aplaste bajo su pie como a una hormiga! ¡Que aplaste a Tasmisus como una zapata aplasta a una caña! ¡Que derribe a todos los dioses del cielo como pájaros, y que los rompa en pedazos como tiestos vacíos!”

Después de decir estas palabras, Kumarbi empezó a decirse en su alma: “¿A quién le confiaré este niño? ¿Quién lo tendrá consigo y lo tratará como un don?”

Cuando las deidades Irsirra oyeron estas palabras, tomaron al niño. … Las deidades Irsirra /”los que sobrevuelan y ven”/ levantaron al niño y lo estrecharon contra sus pechos, como una prenda. Lo alzaron y lo pusieron sobre las rodillas de Enlil. El… alzó sus ojos y sostuvo al niño que estaba en su divina presencia. Su cuerpo estaba hecho de diorita.

Enlil comenzó a hablar en su mente: “¿Quién es este niño que han criado la Buena Mujer y las Diosas Madres? Ninguno entre los grandes dioses afronta batallas tan cruentas, ninguno es de una vileza comparable a Kumarbi. Así como se levantó el Dios de las Tormentas contra Kumarbi, así ahora Kumarbi levanta a este tremendo hombre de diorita como su rival.

Cuando Enlil terminó de pronunciar estas palabras, las deidades Irsirra tomaron al niño y lo ubicaron como un astil sobre el hombro derecho de Ubelurris /un gigante que llevaba al mundo sobre sus hombros, como Atlas./

La diorita crece, las fuertes aguas la hacen crecer. En un día se incrementa en un codo, en un mes se incrementa en un acre. La piedra agregada a su estatura es un espectáculo asombroso.

Cuando llegó el día décimoquinto, la piedra se había tornado alta; estaba en el mar, con sus rodillas como columnas; estaba sobre las aguas, la piedra, en alto como un pilar. El mar contorneaba su cintura como un faldellín. Como una torre, la piedra se alzaba y alcanzaba hasta los templos y las moradas de los dioses en el cielo…

El Dios de las Tormentas se sentó sobre el suelo; las lágrimas caían de sus ojos a raudales. Con las lágrimas cayendo de sus ojos, el Dios de las Tormentas habló su palabra: “¿Quién podrá contemplar una imagen tan deshonrosa? ¿Quién ante esto se hará cargo para dar batalla /contra el monstruo/? ¿Quién puede soportar la vista de su … aterrorizante?” Isthar le replicó al Dios de las Tormentas, su hermano: “¡Hermano mío! No hay realmente un solo … a quien se le haya otorgado tanto coraje. Realmente no conoces al hijo que … ha engendrado?”

/Siguen otros tramos incompletos. Tras una batalla de resultado incierto contra Ullikummi, el Dios de las Tormentas es derrotado. Para evitar más violencia, los dioses antiguos Enlil y Ea intentan juzgar la cuestión consultando las “tabletas del destino”. Fracasada esta mediación, Enlil anuncia una nueva batalla contra el atacante, esta vez con la ayuda de ciertaas armas antiguas. /

“Escuchen, dioses antiguos, los que conocen las antiguas palabras:

¡Abran ya los antiguos depósitos

De los padres y de los abuelos!

Traigan la Antigua Lanza de Cobre

Con la que el cielo fue separado de la Tierra,

Y con ella romperemos los pies de Ulli-kummi.”


/Con esta ayuda, y con la de los otros dioses, a los que Teshub logra alistar para la lucha, Ullikummi es finalmente vencido. /

sábado, 24 de septiembre de 2011

Los muchos vuelos del avión perfecto.



A falta de fotos del avión perfecto, vaya esta del primer y último vuelo de la aeronave fabricada por el farmacéutico Klein. La máquina, tripulada por su inventor, salió y se precipitó desde el borde de la barda, del lado pampeano del río Colorado.


Los muchos vuelos del avión perfecto

Eduardo Ambrosetto, “Lalito”, me cuenta esta entrañable historia de don Santos, su abuelo.

“Mi abuelo se las ingeniaba para inventar y fabricar toda clase de cosas. Él había venido de Italia de jovencito, y extrañaba a la familia que había quedado allá. Entonces, como durante años no tuvo plata para pagar un viaje, se le ocurrió hacer un avión para ir hasta Italia y traerlos. Y lo hizo nomás… un avión perfecto, con madera, chapa y lona. Lo tuvo durante años, pero lo que no pudo fue encontrar un motor que sirviera para hacerlo volar. Después la situación económica de la familia mejoró; él, y los parientes de Italia, pudieron hacer sus viajes y verse más seguido.”

No es de extrañar entonces, concluye Lalo, que entre los herederos de Santos hayan existido pilotos de avión, inventores, fabricantes.

La imagen de Santos Ambrosetto soñando, ideando y construyendo su avión, me impacta con tremenda fuerza poética.

Admiro a ese hombre, que supo traducir la nostalgia a diseño, que a partir del extrañamiento construyó alas para volver hacia el encuentro. Lo admiro porque se puso a construir, alimentado por esa nostalgia de lo inaccesible, de lo querido y lejano.

Aquel avión perfecto nunca voló, según cierto relato que se limita a lo aparente. A mí se me hace que volaba todos los días, ida y vuelta, entre la avenida Italia de Villa Mitre, y la vieja Italia de más allá del mar.

Ese hombre sabía que todo verdadero viaje es, antes, un viaje imaginario; que no sirve de nada comprarse un pasaje vía aérea, si no soñás con la travesía y la llegada. El viaje de nuestros sueños no sólo es el más osado; es el único que de veras nos sucede. De nada sirve que vayas físicamente a otro mundo, si seguís pensando en los chismes del vecindario y la despensa.

El anhelo de volar ha exaltado siempre a los hombres. Hay noches en que soñamos que nos elevamos en el aire, y eso nos hace sonreír mientras dormimos. Y en este pueblo, cuando llegaban las noticias de la existencia de los aviones y de los viajes por aire, hubo más de un ingeniero aeronáutico y piloto graduados en la universidad del ingenio y del deseo, la única que vale.

En materia de aviación local, el avión del farmacéutico Klein es algo anterior al de Santos Ambrosetto. Una borrosa foto del archivo de José Miguel registra el momento del primer y último vuelo de este artefacto. Sobre el borde de la barda se alcanza a divisar un grupo de personas que rodea a una criatura parecida a un gran mamboretá. José Miguel contaba que el farmacéutico Klein había diseñado y construido ese avión de madera. Y luego, él mismo lo llevó a ese lugar eminente, y desde allí se lanzó. Tras un carreteo, se precipitó cuesta abajo. El inventor había querido que el ave mecánica demostrara su utilidad; hasta ese punto nomás alcanzó.

En cambio el avión de Santos Ambrosetto estaba ahí, impecable, perfecto, en el galpón. Volaba todos los días, como el cohete inmóvil del cuento de Bradbury o el avión inexistente en la película de Kusturika. Ningún viaje tan ambicioso como el de la tesonera nostalgia de este inventor.

Poesía pura y fuerte, la de esa pequeña aeronave casera que parecía estar quieta y volaba miles de kilómetros, una y otra vez. Diría que ese avión, siempre ahí, con la posibilidad no gastada en las alas, es la imagen de la necesaria y alta utopía. Pero me corrijo: porque la palabra utopía señala lo que no tiene lugar físico, inmediato, concreto. Y el avión perfecto no era utópico: estaba aquí, en un galpón a la vera de la avenida Italia. Yo debiera decir que era en realidad teletópico. Si la palabra no existe, que exista en homenaje a esta invención, desde hoy. La máquina inmóvil de los muchos viajes era teletópica porque conectaba inmediatamente ciertos puntos lejanísimos entre sí; podías subirte a ella en este pueblito de la Patagonia, y descendías al rato nomás, en aquel vecchio paese, en una remota y nativa comarca de ciudades con campanarios, viñedos y labriegos, donde todos hablaban tu mismo dialecto.

En estas tierras se han construido embalses, canales, usinas, fábricas, galpones, edificios de toda clase. Sin desconocerles todo su valor material y espiritual, ninguna de estas construcciones me parece tan espaciosa, tan bella y tan audaz como el avión perfecto de Santos Ambrosetto.

Lo reitero: admiro a ese hombre.

lunes, 11 de julio de 2011

Patria de palabras


...

San Martín con poncho. Escultura de Luis Perlotti.




Patria de palabras

a partir de una proclama de José de San Martín, de 1819


Yo lo veo

a José de San Martín

buscando las palabras


escuchando

el hablar de los paisanos


para estamparlo

en su proclama

y ponerle la firma


lo veo

cuando escribe

diciendo

compañeros


diciendo

vienen los gallegos

diciendo

la muerte es mejor

que ser esclavos

de los maturrangos


diciendo

seamos libres

aunque sea en pelota

seamos libres

y lo demás

no importa nada


no eran ilustres

esas palabras

no estaban en la Enciclopedia

ni en los libros de Voltaire

ni en los folios de las actas de los congresos


estaban sólo dichas

en el hablar de los paisanos


él

empezó a escribirlas

palabras

de la patria


patria

quiere decir

lo que nos viene de los padres


entonces

él y sus compañeros

no tenían patria

la estaban engendrando

para sus hijos


esta

futura

patria

de palabras


lo veo

pues

a José de San Martín

escuchando a su pueblo

poniéndole la firma

y el cuerpo

a su palabra


siento

que también esa

fue una batalla decisiva


que él

y sus compañeros

ganaron

hasta hoy

esta patria

de palabras


pero ahora

y de nuevo

cada día

tenemos que ganarla nosotros

compañeros


Ramón Minieri. Julio 2011.

miércoles, 8 de junio de 2011

Palabra en libertad (1)


...
La poesía que quiero

Con motivo de la presentación de “País de la Sal” y “Libro de los Últimos Días” en Río Colorado, el domingo 5 de junio de 2011.


Libros impresentables

Queridos amigos,

No creo en las presentaciones de libros. Ni en los comentarios. Por respeto al libro mismo, prefiero que se presente a sí mismo y tal como es, no disecado ni reducido.

Menos todavía pretendería presentar poesía, criatura de por sí impresentable por autista e invasora, por silvestre y delicada. A ella, cuanto más, uno puede señalarla; avisar “ahí está”, como si estuviéramos ante la fugaz epifanía de un ave infrecuente.

De modo que vengo sólo a avisarles que aquí tienen este volumen nuevo que publiqué, integrado por dos libros puestos espalda contra espalda: “País de la Sal” y “Libro de los Últimos Días”; y les voy a leer algunas de sus páginas.

Opción por la palabra

Fuera del ritual de la presentación, quería decirles algunas cosas sobre mi modo de sentir y hacer la poesía. Cada uno de mis libros es un intento más de ser fiel a esa elección; un paso más en un camino inacabable.

Quiero la poesía como palabra nueva, inusitada. Que venga con un nuevo modo de nombrar. Esto no es cuestión de cronología o de escuela; puede ser novedosa una página del Romancero, puede no serlo una obra de vanguardia contemporánea.

No quiero la repetición. No sé si es válida en otros órdenes de la vida; pero seguramente, no en la poesía. La repetición de la palabra, el confinamiento en lo ya oído, la limita a mercancía de consumo, de uso masivo. Como lo quiso Gottfried Benn “la lírica tiene que ser absolutamente original, o no es lírica.”

¿Qué quiere decir?

Tomo en cuenta la pregunta que muchas veces oigo, también ante mis libros. “¿Qué quiere decir?” Esta pregunta hace a nuestra relación de lector y autor, de manera que no quiero dejarla a un costado, como quien disimula una falta de modales.

Creo que la poesía no tiene que querer decir. Un taiël mapuche, una nana, una vidala, se dicen, no “quieren decir” otra cosa, no apuntan a un significado lógico externo.

Busco la palabra no dirigida hacia un significado, la palabra que rompa con esa obligación del querer decir; palabra que simplemente se presente y se diga; palabra libre.

La ruptura

Romper con lo ya dicho y con el querer decir. En la creación poética, al menos como yo la experimento, es un momento decisivo ese en que se rompe con lo ya dicho, aún lo que uno mismo recién ha dicho; para que allí emerja la desnudez de lo no dicho, y la palabra lo señale. Momento decisivo, episodio difícil y a veces agotador de nuestra tarea.

Ruptura; de ahí, de la ruptura, la originalidad absoluta. Esa palabra dice lo nunca dicho, y lo dice como nunca, porque de entrada no se instaló en el campo de lo significado existente.

En ese punto cero de la palabra cada vez inicial, en esa virginidad fecunda, allí está para mí la poesía. Ese no querer decir la constituye como morada del ser.

Busco entonces la palabra que no narra, no explica, no desenvuelve, no publica, no pretende de antemano convocar.

Palabra que a la vez, precisamente porque se instala en su propia libertad y en su ser, se alza como utopía del ser y de la libertad. Ernst Bloch nos enseñó que cada forma es de por sí utópica; no porque haya o deba haber un “mensaje” al que se refiera, sino porque ella misma es irreductiblemente otra, aún siendo hacia todo y todos nosotros. Esto me orienta hacia la palabra que pretendo.

Se ha dicho que todos estamos en libertad bajo palabra. Con más necesidad entonces, la palabra tendrá que ser libre, tendrá que ser poética; porque de ella dependemos. Las palabras que se pronuncian nos alojan; pueden mantenernos presos o abrirnos el mundo. Las palabras que pronunciamos nos mantienen libres, en tanto los demás confíen en ellas, les crean por un día más. Así entiendo esto de la libertad bajo palabra, y de la necesidad de la palabra libre.

/Sigue./

La poesía que quiero (2)


...
/Sigue/


Juego, expresión, símbolo


Coincido así con lo que plantea Norma Píngaro en su libro: la creación es un juego para des-encontrar la palabra. Juego… vocablo liviano, pero filoso; porque también se juega la vida; también hay inescapables reglas de juego; y el juego que jugamos nos juega: esa precisamente es nuestra relación con la palabra.

Si hay algo válido en la división de funciones del lenguaje, yo elijo la poesía como expresión. Si algo comunica, es porque expresa. Pero pienso que esas funciones no son distintas, sino dos extremos en el mismo arco de la palabra.

Busco la palabra que es símbolo. Si digo “sal”, intensamente y para sí misma, entonces esa sal pasa a concentrar y entrañar muchas otras acepciones. Alcanzo a ver algunas; otras se me escaparán, aún a mí que traje esa palabra, para siempre.

La palabra como símbolo es prismática, un abanico de colores que estaban escondidos. Con un término más técnico, diría que es polisémica. Un símbolo se irradia en multitud de signos y de sentidos, hasta contradictorios.


De contrabando

Algo más sucede con la palabra poética, la palabra símbolo. Es de cuidado, porque es contrabandista. Por su cualidad de símbolo, lleva muchos más sentidos de los que reconocemos cuando la pronunciamos. Y los transmite sin que lo sepamos, a otra gente, a otros lugares, a otros tiempos. Sucede así también con símbolos de otras clases: pensemos cuántos significados y referencias puede haber en una cruz, en una advocación religiosa, en los colores de la bandera…

Para mí, alcanzar esa instancia de la palabra simbólica, polisémica, es el cometido particular de la poesía.

Esta búsqueda no se lleva bien con la tendencia dominante a “adecuar” la producción literatura a las preferencias del mercado. La palabra libre no se presta a la adecuación que la degrada en cosa consumible, inerte. En este oficio nuestro, uno acepta de entrada estar proscripto del mercado.

Tan fuerte es nuestro deseo de esta palabra, que excede y borra la individualidad. Ojalá alguno de estos versos, alguna de estas estrofas o frases llegara más allá de este día, más allá de nosotros. Mejor aún, si llegara libre de nuestro nombre. Como lo sintió González Tuñón, qué mejor distinción que llegar a ser anónimo.

Pero venga la poesía, la dueña de esta jornada. Vamos a leer algunas páginas de cada uno de estos libros. Ojalá desde ahora sean también de ustedes.

Ramón Minieri

(Palabras pronunciadas en la presentación de "País de la Sal" y "Libro de los Últimos Días", el 5 de junio de 2011 en Río Colorado).

...


De amor y ruinas



...

Nace

entre ruinas


entre ruinas

crece


de ruinas

se alimenta


la indemne

flor


la ves

no hay

más

milagro



A S.M.