jueves, 25 de junio de 2009

Juan Raúl Rithner y una efemérides del siglo XX. 1.

La llorona. Ilustración de Chelo Candia para "La Patagonia tiene luces".

Dos libros de Rithner

Dos libros fundamentales de Juan Raúl Rithner invitan a pensar en lo que nos constituye a los patagónicos; lo que nos constituye tanto en nuestra entidad social como en lo emotivo. Y a pensar de nuevo en cómo está hecho el tiempo de los pueblos, cómo sobrevienen las luces, cómo se dan las rupturas, cómo es posible que crepiten las cortezas solidificadas por los poderes, y se desgarren.

Uno de estos libros es “La Patagonia tiene luces”*, un recorrido por mitos, consejas y fantasmas de estas tierras, del que es coautora Ana María Menni. Las luces de este libro son más bien las espectrales, luces sombrías, densas de congojas y reclamos; aunque no falta la picaresca presencia de los trasgos que permiten explicar embarazos de muchachas.

El otro es “El Maruchito. Sangre y encubrimiento allá en las tierras del viento”**. Centrado en el relato de esta Víctima fundante, muerta en peregrinaje, esta obra de teatro es también una ópera moderna, o un circo criollo con relato épico, que incluye momentos de poesía y de crónica.

Leyendo de uno al otro libro, y leyéndonos al mismo tiempo como pueblos, surgieron algunos pensamientos que quería compartir. Quedo debiéndole a Juan Raúl una presentación más justa de todo lo que él es y viene haciendo, como artista y pensador múltiple; y una lectura más minuciosa de sus obras. Lo que sigue son apenas algunas consideraciones generales sobre lo que estos dos libros me dan a entender – sus enseñanzas.

El símbolo, las víctimas, nuestras víctimas

Juan Raúl revela y confirma que en el símbolo se perpetra la eterna venganza de las víctimas. Y estas obras son vehículo, legajo y ejecución de la vindicta concluyente.

El mito requiere la victimación como acto fundador; así viene desde el nacimiento de Elal, o desde la muerte de Tammuz. Si en el mito hay acto de paz, es como restañamiento final: vuelve la Edad de Oro, vuelve el reinado de la justicia virgen…

Los mitos que nos identifican a los patagónicos están asociados entonces a victimaciones, a ejecuciones emblemáticas. Doblemente “reales”, pues se dan con toda su sevicia en la materialidad de la existencia; y se reproducen en el silencio ominoso.

Somos ricos en víctimas. Y esas víctimas provocan giros en la historia con su sacrificio. Los pobladores originarios; los obreros rurales de Santa Cruz en 1921; la matanza de Zainuco en 1916; el asesinato del periodista Abel Chanetón en 1917; las mil y una veces en que la protesta fue presentada como bandolerismo y sofocada con un tiro en la espalda. Y más recientemente, tenemos víctimas que han hecho girar la historia, mediante el emerger de nuevos fenómenos, formas de lucha, derechos que se empiezan a reconocer. Víctimas fundantes ahora para la Argentina: Omar Carrasco, Teresa Rodríguez, Carlos Fuentealba… Y son dolorosos esos puntos suspensivos, porque significan que la cuenta dista de estar concluída.

Como lo supo ver Rosa Luxemburgo, vamos trepando derrotas contra el tiempo.

Los textos de Juan Raúl Rithner

Textos de enorme validez, poética y por eso política, son los de Juan Raúl. Texto es lo que define significado, establece realidad. Y Juan Raúl Rithner releva y recoge, ejemplificando, tornándose ejemplar sin decirlo ni pretenderlo, ese texto que brota desde un lugar que no es el de los poderes vigentes; que si algo de ellos recepciona y cita, es para perturbarlo, para clivarlo.

Juan Raúl nos dice permanentemente, como con una hebra roja que cruza todo lo dicho, que el poder (sea el de los fierros como el de las leyes o las iglesias) no es tan decisivo a la hora del significado, de la realidad. Aquí tenemos las pruebas de la eficaz desobediencia de la creación. Diría de la cultura, aunque la palabra me asusta por lo grande.

Los libros, las puestas y las múltiples participaciones de Rithner en diversos ámbitos de la Patagonia, son a mi parecer vectores principales de una nueva construcción de significados que está en pleno trámite. Merced a estas creaciones, es otro el sentido con que decimos “conquista”, “tierra”, “poder”, “símbolo” y también “oficial, galones”… y “puta”. Aprendemos a ver estas palabras desde el reverso, desde donde las ven las víctimas, los pobres, los sometidos – esos que somos.

Cada génesis, cada época transformadora, produce su enciclopedia. En ella presenta un nuevo abanico de significados, subsume los antiguos, redescubre el idioma, plantea los nuevos nombres de la tribu. En la Patagonia, en sus movimientos sociales y políticos innovadores, se está construyendo este repertorio de significados.

En este nuevo diccionario, que se torna más y más usual para todos y para mí mismo, encuentro muchos vocablos que le deben sus acepciones críticas y creativas a Juan Raúl. Se los debemos.

* /Neuquén/, Editor Alejandro Gamero, 2004.
** Buenos Aires, Ediciones Último Reino, 1997.

Juan Raúl Rithner y una efemérides del siglo XX / 2

Santa Cruz, 1921. Presos y esperando. Obreros rurales capturados por tropas de Varela.

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El tiempo no es uniforme


Una y otra vez, en este blog como en otros más apuntados a la crítica política y social, damos vuelta en torno a las concepciones del tiempo. Si el tiempo es lineal, sucesivo y con formato de tren, como lo quieren las concepciones ilustradas y positivistas, entonces el camino hacia una sociedad libre y justa pasa por la evolución, por el pasito a paso del reformismo, por la tarea de las hormiguitas prácticas.

Esa es una visión; no un postulado científico, sino un modo de pensar que luego encuadra los datos empíricos. Pero no la única. Otra visión es la que hemos llegado a entender como necesaria, si de comprender el tiempo se trata. Hay en el tiempo una dimensión de “kairos” (así lo denomina Immanuel Wallerstein). Instancias de irrupción, momentos transversales en los que aflora “otro” tiempo, otra realidad, otras leyes. Y en esas rupturas se revelan las potencialidades latentes en la historia y en lo cotidiano.


Las efemérides del "otro" tiempo


El tiempo disruptivo permite reconocer otras efemérides: tramos de realidad según las leyes de la utopía. En esta otra historia, rescataríamos como instancias de ese tiempo que irrumpe, el momento en que seis obreros ferroviarios de París se quitan sus gorras silenciosamente cuando ven por primera vez el "Guernica" de Picasso; la conmemoración de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Leipzig en enero de 1989, con la que en verdad empieza la caída de los muros ; la creación de la República de San Vicente en la ciudad de Córdoba en 1932 ...


Febrero de 1922. Las putas de San Julián.

La lista es tan extensa como abigarrada. Pero venimos aludiendo a la enciclopedia patagónica, al nuevo vocabulario develado por artistas y pensadores como Juan Raúl Rithner. Y queremos pedirle prestadas a este autor las palabras con que narra uno de estos momentos de kairos: la negativa de las putas del Puerto San Julián, el 17 de febrero de 1922. Ese día se negaron a recibir a los soldados del teniente coronel Héctor Benigno Varela, a quienes consideraron asesinos de la peor especie. Putas más inteligentes y humanas que unos cuantos historiadores y políticos que hasta hoy justifican la matanza.

Así presenta el episodio Juan Raúl, en las páginas 37 y 38 de “El Maruchito”:

VARELA: (El actor que fue Ciudadano y Contador, representa al Teniente Coronel Benigno Varela quien se dirige a uno de sus suboficiales). Les voy a dar el premio que se merecen mis muchachos… La Patria no les puede exigir tanto. Casi un año hace que no se miden como hombres y que no huelen otro olor que no sea a sangre, a pólvora y a huevos… Así que se me va a La Catalana ahora mismo, y me arregla todo con la Paulina Rovira para que sus pupilas me atiendan a los soldados. Que me los compensen con todos los servicios, ¡todos! por tanto sacrificio de andar por estas tierras de mierda matando a esos perros chilotes y anarquistas…

PAULINA: (Sentada con la cabeza de su hija reclinada en su falda, la acaricia y cuenta lo ocurrido. Todo ocurre en otro plano, rodeado de una intimista luz de otra dimensión temporal). Cinco eran, m’hija… Cinco ¡y las cinco se negaron! Por supuesto que me sentí tan feliz cuando me plantearon su huelga. No sé si su huelga… Creo que fue su batalla. Imaginate que éramos la última escoria… Lo más despreciable éramos, pero nos dimos el gusto de pegarles adonde más le duele a un hombre. Para ellos no habría servicio. No hacíamos el amor con los animales.

VARELA: ¡Es un insulto a la Patria! Es una agachada para los uniformes del orden y de la seguridad nacional! Se me van todos para allá ¡y entran sin permiso, carajo! ¡Con las armas en la mano se me meten a La Catalana y se sacan las ganas!

PAULINA: Cinco eran, m’hija. Cinco vulgares mujeres públicas. La Ángela que había sido modista y tendría unos treinta años, la Amalia Rodríguez que era la más jovencita y que fue la primera en agarrar la escoba y sacarlos afuera como lo que eran… ¡Asesinos! ¡Vulgares asesinos que mataban a sus hermanos simplemente porque se lo mandaban los milicos con más galones! Cinco eran, y los pudieron a todos. Bueno, sí… Seis, m’hija… Sí, seis… Yo también los saqué arando del prostíbulo… Me acuerdo que la gallega María estaba como ciega de bronca y les pegó por cada uno de sus hermanos españoles fusilados simplemente porque reclamaban una vida digna y un salario más justo… La Consuelo no se quedó atrás… ¡Y la gringa Maud! ¡Si la vieras, m’hija! Si la hubieras visto a la inglesa – Maud Foster se llamaba-; parecía más criolla que todas nosotras… Tuvieron que irse con las ganas, esos soldados asesinos… Con las ganas, y con la vergüenza de saber que teníamos razón… 17 de octubre de 1922: ¡Le ganamos una batalla a los represores! Varela nos hizo llevar detenidas y nos tomaron declaraciones y nos hicieron sumario, ¡pero no pudieron hacernos abrir de piernas para ellos! En memoria de tantos compañeros fusilados ¡no nos abrimos de piernas! Por tanta sangre, por tanto crimen y tanta injusticia, ¡no nos abrimos de piernas para ellos!



Gracias, Juan Raúl .


(Para ampliar la información y revisar los conceptos sobre este episodio, les sugiero un trabajo de Claudia Elisabet Sastre.)


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martes, 2 de junio de 2009

Música y camino. El tango orre, el poder y el control (1)


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El camino y las músicas

El camino hacia vos mismo - cómo se llama, esa ruta sin número, sin carteles, sin mapa anterior al propio andar… Digámosle camino de individuación, o camino de identidad; siempre y cuando tengas presente que no hay tal cosa como “identidad”, sino tu continuo ir y venir entre identificaciones. Identificaciones sucesivas, contradictorias, pendulares. Al que anda lo caracteriza tan sólo el andar mismo. Su nombre no puede ser sustantivo, sino sólo el adjetivo de un NN: transeúnte. El que pasa a través. Ningún sí mismo le es llegada.

Ese camino pasa por ciertas palabras, ciertos lugares; en ellas, en ellos es donde tomas fuerza. Vas acumulando elementos de quizás utilidad futura pero ignorada; como el joven de aquel cuento que por instrucción de su sapiente compañero acopia en su mochila cosas tan dispares como unas alas de cisne, unas varas de mimbre, un sable…

El camino pasa por ciertas músicas, que aparecen en el momento preciso en que debían ser encontradas y escuchadas. Si acaso antes las habías oído, o si volverán después, no lo percibís. Estaban allí en ese exacto momento; allí se dio una cópula entre tu necesidad de decir y esa música, y basta.

Folklore de los '60, tango de los '20/30

Viajero hacia Simurgh, también yo, como cualquiera, he cruzado varios valles de músicas. Después de una primera adolescencia entre los clásicos y algo de jazz, pasé por el folklore de los ‘60, con su carga de paisaje, de historia de los pobres, de rebeliones y de poesía desatada. Y en algún momento de la treintena (de mi treintena) me encontré con los tangos reos. Los deliberadamente reos, que nacieron así por elección y no por naturaleza.

Para mi comodidad, hice una clasificación personal de esos tangos. Me pareció que fueron compuestos y reproducidos con más frecuencia hasta los comienzos de la década de 1930. Y en el conjunto de lo orre, diferencié los tangos sarcásticos por un lado, de aquellos amargos y protestones por otro, que más bien se compusieron entre 1927 y 1933, hasta que alguien o algo apagó la luz.

Dentro de este subgénero que transité, no incluyo a las composiciones de Discepolín, que dan tela para una larga discusión ideológica.

Orre, burlón, crítico y amargo

Los tangos reos y amargos por donde pasé en viaje hacia mí mismo, hacia mi pueblo y hacia mi tiempo, se llamaban Aquaforte (1931) (aquí por Cristóbal Repetto, poesía de la miseria y la explotación,


Un viejo rico que gasta su dinero
emborrachando a Lulu con su champán,
hoy le nego el aumento a un pobre obrero
que le pidio un pedazo más de pan.

y Al pie de la Santa Cruz (1933), con su letra original,

Declaran la huelga,
hay hambre en las casas,
es mucho el trabajo y poco el jornal;
y en ese entrevero de lucha sangrienta,
se venga de un hombre la Ley Patronal.

En el mismo tango, el reclamo a Dios que formula el padre del obrero preso y confinado:

Qué mal te hicimos nosotros
pa' darnos tanto dolor.

(La letra censurada ejemplifica la cirugía castratoria).

Y también Barrio pobre (1929) (aquí cantado por Luis Cardei), y Ventanita de arrabal (1927), esta vez cantado por Carlos Morel, y La Violeta, por Carlitos Gardel, y Dios te salve m’hijo por el impecable Agustín Magaldi que aconseja

no haga caso a los discursos
del Dotor ni del patrón.


Escucharlos era otro modo de apropiarme de la historia social de mi país, como había sucedido también con la música folklórica. En esta vertiente, lo que encontraba era la historia de los pobres de la gran ciudad rioplatense, matizada con momentos de la vida de la campaña bonaerense.

Una corriente cultural, una música que está en la cresta de su propia ola, llama a las cosas por su nombre. Y por eso tiene un sentido revolucionario. O al menos, revulsivo.

Es una operación doble. La poesía en su clímax despoja a las cosas de sus falsos nombres, sin ira pero sin concesión a lo usual. Y clava en ellas los nombres verdaderos. Porque en poesía, como quizás en nada más, no da lo mismo una palabra que otra.

Me cuesta decidir si esta denudación de los nombres verdaderos es más o menos revolucionaria o revulsiva que el contrafilo de estos tangos: la ironía feroz. Ironía en tangos como Seguí mi consejo de 1929 (por Alberto Golán), Justo el 31, de 1930 (por Julio Sosa ) La mina del Ford de 1924 (por Dragontesa) , Packard, Garufa de 1927 (aquí por Agustín Irusta).

Cuántas canciones tangueras de esa etapa son ejemplos de saludable tratamiento corrosivo aplicado sobre los buenos modales corrientes. Quizás se trata de lo mismo: una denudación, sólo que en este caso dirigida hacia las costumbres, aplicada a la costra de las hipocresías sociales que disfrazan la verdad de la lucha de clases, de la dominación, de la miseria más o menos disimulada con más o menos elegancia.

Las letras de estos tangos y milongas llegaban lejos. Diría que a partir de la escritura circulaban para transformarse en literatura oral. He escuchado versos sueltos de algunas de esas letras en boca de gente de pueblo, utilizados con toda pertinencia para referirse al carnero en la huelga, al simulador, al agrandado... Conocí personas casi iletradas, pero cultas depositarias de un enorme acervo de poesía crítica. Les habían llegado estos tangos, por influencia de algún viejo o de algún cantor.

Hasta que alguien apaga la luz, dije. Un régimen que impone la censura e impide que esas letras lleguen a la radio si no son previamente castradas. El asesinato de un artista. Las listas negras. La promoción de un arte domesticado y conveniente que no fastidia a nadie, que si llega a ladrar alguna vez, nunca muerde (Rimoldi Fraga o Jackson Pollock). Hasta que se logra un arte capón sin víscera utópica.

En la Argentina esta cirugía se ha aplicado con el tango y el folklore, entre los años 30-40 y en los 75-80 del siglo pasado, respectivamente. En el caso del tango, desaparecieron sus especímenes de inclinación crítica social, y quedó en pie como variedad predominante el subgénero caracterizado por el individualismo y el sufrimiento romántico.

Pero volvamos al ámbito de lo orre. Porque un tango de esa especie quiero compartir con ustedes, en el tramo siguiente.
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Se viene la maroma. El tango Orre, 2.

Una foto de 1932: los generales-presidentes J.F. Uriburu y A.P. Justo.
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Manuel Romero


Manuel Romero (1891 – 1954) fue letrista de tangos, dramaturgo (parece que escribió más de 180 obras), cronista, cineasta (que dirigió a Nini Marshall, Tito Lusiardo, Luis Sandrini, Narciso Ibáñez Menta)… en fin, artista múltiple, hábil para llegar a un público multiplicado por las nuevas formas de difusión y reproducción técnica: el biógrafo, el gramófono.

Producía continuamente, de tal modo que siempre había en el mercado algo reciente hecho por él. Corría el riesgo de repetirse más visiblemente que otros, claro. Su tango “Gabino”, por ejemplo, nos dice lo mismo que el célebre “Tiempos Viejos” (te acordás hermano…): que hubo una edad heroica de hombres sin engominar que no consumían cocaína.

Romero fue uno de los conocidos de Gardel, a quien le dio letra más de una vez. Escribió letras de tango y milonga exitosas, populares hasta hoy, y que siempre incluyen un atisbo de observación social: Aquel tapado de armiño, Nubes de humo, Tomo y obligo, Que quéres con ese loro, Patotero sentimental, La muchacha del circo, la antológica Haragán, cuyos dichos expresados por Carlitos se han incorporado al lenguaje cotidiano, Guapo y varón… El suyo era el enciclopedismo de un género en ascenso, que se le anima a todos los temas, para recrear el universo desde su punto de visión. .

Y... Se viene la maroma!


Suya es esta letra menos conocida, escrita en 1932:

SE VIENE LA MAROMA
Letra de Manuel Romero y Mario Batistella
Música de Enrique Delfino música


Cachorro de bacán,
andá achicando el tren;
los ricos hoy están
al borde del sartén.

El vento del cobán,
el auto y la mansión,
bien pronto rajarán
por un escotillón.

Parece que está lista y ha rumbiao
la bronca comunista pa' este lao;
tendrás que laburar pa' morfar...
¡Lo que te van a gozar!

Pedazo de haragán,
bacán sin profesión;
bien pronto te verán
chivudo y sin colchón.

¡Ya está! ¡Llegó!¡No hay más que hablar!
Se viene la maroma sovietista.
Los orres ya están hartos de morfar salame y pan
y hoy quieren morfar ostras con sauternes y champán.

Aquí ni Dios se va a piantar
el día del reparto a la romana
y hasta tendrás que entregar a tu hermana
para la comunidad...

Y vos que amarrocás
vintén sobre vintén,
la plata que ganás
robando en tu almacén.

Y vos que la gozás
y hacés el parisién,
y sólo te tragás
el morfi de otros cien...

¡Pa' todos habrá goma, no hay cuidao...!
Se viene la maroma pa' este lao:
el pato empezará a dominar...
¡cómo lo vamo' a gozar!

Pedazo de haragán,
bacán sin profesión;
bien pronto te verán
mangando pa'l buyón.

¡Ya está! ¡Llegó!¡No hay más que hablar!
Se viene la maroma sovietista.
Los orres ya están hartos de morfar salame y pan
y hoy quieren morfar ostras con sauternes y champán.

Aquí ni Dios se va a piantar
el día del reparto a la romana
y hasta tendrás que entregar a tu hermana
para la comunidad...

Me gusta la versión de este tema que hacen Dahd Sfeir y Rubén Yáñez en su disco “Mano a mano”.


El año 1932 y este tango "posmo"

En 1932, año de nacimiento de Se viene la maroma, el general golpista Uriburu le pasaba el mando a otro militar, no menos golpista pero ungido en comicios fraudulentos, el General Justo. Del nacionalista al liberal, por la fuerza de las armas, como de Lonardi a Aramburu, del Onganía de Salimei al de Krieger Vasena, etcétera.

Es un tango posmoderno, porque en él todo suena a entrecomillado, por y para la ironía. Es una cita burlesca al argumento de aquellos militares y sus orientadores garcas, que sostenían la necesidad de detener el “peligro rojo” que llegaba hasta la Argentina. El sovietismo. Frente a la amenaza disolvente, se alzaba el patriotismo de un Anchorena, un Duhau, un Pinedo, dedicados a balear gremialistas, contratar carneros, cerrar periódicos y perseguir opositores y hasta asesinar a algún senador en el sacro recinto de las leyes, si cabía.
Pero también parece una cita, un entrecomillado, el modo apocalíptico de presentar al “sovietismo”. Quizás porque el que habla en el tango se regodea exagerando los trazos tremendistas, buscando asustar más al burgués. O bien es otro nivel de burla a la oligarquía, que hábilmente le vende este estereotipo de amenaza roja a la pequeña burguesía…

Hasta dónde llegar con el comentario, sin que este empañe el texto mismo... Como quiera que sea, rescato de este tango el abordaje descarnado de la diferenciación social: sauternes y champán vs. salame y pan; el bacán sin profesión vs. el laburante que no gana ni para comer decentemente….


Historias y músicas recuperadas

El título de este tango revelador ha sido retomado en nuestros días por un grupo under del rock platense, que ha querido llamarse “Se viene la maroma.”

Como las empresas recuperadas, hay historias y músicas recuperadas.

Ante ellas, uno siente que el camino de cada quien hacia sí mismo se enlaza de manera inextricable con el camino de un pueblo mutilado, también hacia su propia constitución, a través de múltiples identificaciones.

Libros


Dos libros me ayudaron con este tema:

Ricardo Horvath. Esos malditos tangos. Ed. Biblos col. Latitud Sur 2005. Introd.. de Norberto Galasso.

José Gobello: Conversando tangos. Buenos Aires: A. Peña Lillo Editor, 1976.

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