Dos libros de Rithner
Dos libros fundamentales de Juan Raúl Rithner invitan a pensar en lo que nos constituye a los patagónicos; lo que nos constituye tanto en nuestra entidad social como en lo emotivo. Y a pensar de nuevo en cómo está hecho el tiempo de los pueblos, cómo sobrevienen las luces, cómo se dan las rupturas, cómo es posible que crepiten las cortezas solidificadas por los poderes, y se desgarren.
Uno de estos libros es “La Patagonia tiene luces”*, un recorrido por mitos, consejas y fantasmas de estas tierras, del que es coautora Ana María Menni. Las luces de este libro son más bien las espectrales, luces sombrías, densas de congojas y reclamos; aunque no falta la picaresca presencia de los trasgos que permiten explicar embarazos de muchachas.
El otro es “El Maruchito. Sangre y encubrimiento allá en las tierras del viento”**. Centrado en el relato de esta Víctima fundante, muerta en peregrinaje, esta obra de teatro es también una ópera moderna, o un circo criollo con relato épico, que incluye momentos de poesía y de crónica.
Leyendo de uno al otro libro, y leyéndonos al mismo tiempo como pueblos, surgieron algunos pensamientos que quería compartir. Quedo debiéndole a Juan Raúl una presentación más justa de todo lo que él es y viene haciendo, como artista y pensador múltiple; y una lectura más minuciosa de sus obras. Lo que sigue son apenas algunas consideraciones generales sobre lo que estos dos libros me dan a entender – sus enseñanzas.
El símbolo, las víctimas, nuestras víctimas
Juan Raúl revela y confirma que en el símbolo se perpetra la eterna venganza de las víctimas. Y estas obras son vehículo, legajo y ejecución de la vindicta concluyente.
El mito requiere la victimación como acto fundador; así viene desde el nacimiento de Elal, o desde la muerte de Tammuz. Si en el mito hay acto de paz, es como restañamiento final: vuelve la Edad de Oro, vuelve el reinado de la justicia virgen…
Los mitos que nos identifican a los patagónicos están asociados entonces a victimaciones, a ejecuciones emblemáticas. Doblemente “reales”, pues se dan con toda su sevicia en la materialidad de la existencia; y se reproducen en el silencio ominoso.
Somos ricos en víctimas. Y esas víctimas provocan giros en la historia con su sacrificio. Los pobladores originarios; los obreros rurales de Santa Cruz en 1921; la matanza de Zainuco en 1916; el asesinato del periodista Abel Chanetón en 1917; las mil y una veces en que la protesta fue presentada como bandolerismo y sofocada con un tiro en la espalda. Y más recientemente, tenemos víctimas que han hecho girar la historia, mediante el emerger de nuevos fenómenos, formas de lucha, derechos que se empiezan a reconocer. Víctimas fundantes ahora para la Argentina: Omar Carrasco, Teresa Rodríguez, Carlos Fuentealba… Y son dolorosos esos puntos suspensivos, porque significan que la cuenta dista de estar concluída.
Como lo supo ver Rosa Luxemburgo, vamos trepando derrotas contra el tiempo.
Los textos de Juan Raúl Rithner
Textos de enorme validez, poética y por eso política, son los de Juan Raúl. Texto es lo que define significado, establece realidad. Y Juan Raúl Rithner releva y recoge, ejemplificando, tornándose ejemplar sin decirlo ni pretenderlo, ese texto que brota desde un lugar que no es el de los poderes vigentes; que si algo de ellos recepciona y cita, es para perturbarlo, para clivarlo.
Juan Raúl nos dice permanentemente, como con una hebra roja que cruza todo lo dicho, que el poder (sea el de los fierros como el de las leyes o las iglesias) no es tan decisivo a la hora del significado, de la realidad. Aquí tenemos las pruebas de la eficaz desobediencia de la creación. Diría de la cultura, aunque la palabra me asusta por lo grande.
Los libros, las puestas y las múltiples participaciones de Rithner en diversos ámbitos de la Patagonia, son a mi parecer vectores principales de una nueva construcción de significados que está en pleno trámite. Merced a estas creaciones, es otro el sentido con que decimos “conquista”, “tierra”, “poder”, “símbolo” y también “oficial, galones”… y “puta”. Aprendemos a ver estas palabras desde el reverso, desde donde las ven las víctimas, los pobres, los sometidos – esos que somos.
Cada génesis, cada época transformadora, produce su enciclopedia. En ella presenta un nuevo abanico de significados, subsume los antiguos, redescubre el idioma, plantea los nuevos nombres de la tribu. En la Patagonia, en sus movimientos sociales y políticos innovadores, se está construyendo este repertorio de significados.
En este nuevo diccionario, que se torna más y más usual para todos y para mí mismo, encuentro muchos vocablos que le deben sus acepciones críticas y creativas a Juan Raúl. Se los debemos.
* /Neuquén/, Editor Alejandro Gamero, 2004.
** Buenos Aires, Ediciones Último Reino, 1997.
Dos libros fundamentales de Juan Raúl Rithner invitan a pensar en lo que nos constituye a los patagónicos; lo que nos constituye tanto en nuestra entidad social como en lo emotivo. Y a pensar de nuevo en cómo está hecho el tiempo de los pueblos, cómo sobrevienen las luces, cómo se dan las rupturas, cómo es posible que crepiten las cortezas solidificadas por los poderes, y se desgarren.
Uno de estos libros es “La Patagonia tiene luces”*, un recorrido por mitos, consejas y fantasmas de estas tierras, del que es coautora Ana María Menni. Las luces de este libro son más bien las espectrales, luces sombrías, densas de congojas y reclamos; aunque no falta la picaresca presencia de los trasgos que permiten explicar embarazos de muchachas.
El otro es “El Maruchito. Sangre y encubrimiento allá en las tierras del viento”**. Centrado en el relato de esta Víctima fundante, muerta en peregrinaje, esta obra de teatro es también una ópera moderna, o un circo criollo con relato épico, que incluye momentos de poesía y de crónica.
Leyendo de uno al otro libro, y leyéndonos al mismo tiempo como pueblos, surgieron algunos pensamientos que quería compartir. Quedo debiéndole a Juan Raúl una presentación más justa de todo lo que él es y viene haciendo, como artista y pensador múltiple; y una lectura más minuciosa de sus obras. Lo que sigue son apenas algunas consideraciones generales sobre lo que estos dos libros me dan a entender – sus enseñanzas.
El símbolo, las víctimas, nuestras víctimas
Juan Raúl revela y confirma que en el símbolo se perpetra la eterna venganza de las víctimas. Y estas obras son vehículo, legajo y ejecución de la vindicta concluyente.
El mito requiere la victimación como acto fundador; así viene desde el nacimiento de Elal, o desde la muerte de Tammuz. Si en el mito hay acto de paz, es como restañamiento final: vuelve la Edad de Oro, vuelve el reinado de la justicia virgen…
Los mitos que nos identifican a los patagónicos están asociados entonces a victimaciones, a ejecuciones emblemáticas. Doblemente “reales”, pues se dan con toda su sevicia en la materialidad de la existencia; y se reproducen en el silencio ominoso.
Somos ricos en víctimas. Y esas víctimas provocan giros en la historia con su sacrificio. Los pobladores originarios; los obreros rurales de Santa Cruz en 1921; la matanza de Zainuco en 1916; el asesinato del periodista Abel Chanetón en 1917; las mil y una veces en que la protesta fue presentada como bandolerismo y sofocada con un tiro en la espalda. Y más recientemente, tenemos víctimas que han hecho girar la historia, mediante el emerger de nuevos fenómenos, formas de lucha, derechos que se empiezan a reconocer. Víctimas fundantes ahora para la Argentina: Omar Carrasco, Teresa Rodríguez, Carlos Fuentealba… Y son dolorosos esos puntos suspensivos, porque significan que la cuenta dista de estar concluída.
Como lo supo ver Rosa Luxemburgo, vamos trepando derrotas contra el tiempo.
Los textos de Juan Raúl Rithner
Textos de enorme validez, poética y por eso política, son los de Juan Raúl. Texto es lo que define significado, establece realidad. Y Juan Raúl Rithner releva y recoge, ejemplificando, tornándose ejemplar sin decirlo ni pretenderlo, ese texto que brota desde un lugar que no es el de los poderes vigentes; que si algo de ellos recepciona y cita, es para perturbarlo, para clivarlo.
Juan Raúl nos dice permanentemente, como con una hebra roja que cruza todo lo dicho, que el poder (sea el de los fierros como el de las leyes o las iglesias) no es tan decisivo a la hora del significado, de la realidad. Aquí tenemos las pruebas de la eficaz desobediencia de la creación. Diría de la cultura, aunque la palabra me asusta por lo grande.
Los libros, las puestas y las múltiples participaciones de Rithner en diversos ámbitos de la Patagonia, son a mi parecer vectores principales de una nueva construcción de significados que está en pleno trámite. Merced a estas creaciones, es otro el sentido con que decimos “conquista”, “tierra”, “poder”, “símbolo” y también “oficial, galones”… y “puta”. Aprendemos a ver estas palabras desde el reverso, desde donde las ven las víctimas, los pobres, los sometidos – esos que somos.
Cada génesis, cada época transformadora, produce su enciclopedia. En ella presenta un nuevo abanico de significados, subsume los antiguos, redescubre el idioma, plantea los nuevos nombres de la tribu. En la Patagonia, en sus movimientos sociales y políticos innovadores, se está construyendo este repertorio de significados.
En este nuevo diccionario, que se torna más y más usual para todos y para mí mismo, encuentro muchos vocablos que le deben sus acepciones críticas y creativas a Juan Raúl. Se los debemos.
* /Neuquén/, Editor Alejandro Gamero, 2004.
** Buenos Aires, Ediciones Último Reino, 1997.
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