jueves, 25 de junio de 2009

Juan Raúl Rithner y una efemérides del siglo XX / 2

Santa Cruz, 1921. Presos y esperando. Obreros rurales capturados por tropas de Varela.

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El tiempo no es uniforme


Una y otra vez, en este blog como en otros más apuntados a la crítica política y social, damos vuelta en torno a las concepciones del tiempo. Si el tiempo es lineal, sucesivo y con formato de tren, como lo quieren las concepciones ilustradas y positivistas, entonces el camino hacia una sociedad libre y justa pasa por la evolución, por el pasito a paso del reformismo, por la tarea de las hormiguitas prácticas.

Esa es una visión; no un postulado científico, sino un modo de pensar que luego encuadra los datos empíricos. Pero no la única. Otra visión es la que hemos llegado a entender como necesaria, si de comprender el tiempo se trata. Hay en el tiempo una dimensión de “kairos” (así lo denomina Immanuel Wallerstein). Instancias de irrupción, momentos transversales en los que aflora “otro” tiempo, otra realidad, otras leyes. Y en esas rupturas se revelan las potencialidades latentes en la historia y en lo cotidiano.


Las efemérides del "otro" tiempo


El tiempo disruptivo permite reconocer otras efemérides: tramos de realidad según las leyes de la utopía. En esta otra historia, rescataríamos como instancias de ese tiempo que irrumpe, el momento en que seis obreros ferroviarios de París se quitan sus gorras silenciosamente cuando ven por primera vez el "Guernica" de Picasso; la conmemoración de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Leipzig en enero de 1989, con la que en verdad empieza la caída de los muros ; la creación de la República de San Vicente en la ciudad de Córdoba en 1932 ...


Febrero de 1922. Las putas de San Julián.

La lista es tan extensa como abigarrada. Pero venimos aludiendo a la enciclopedia patagónica, al nuevo vocabulario develado por artistas y pensadores como Juan Raúl Rithner. Y queremos pedirle prestadas a este autor las palabras con que narra uno de estos momentos de kairos: la negativa de las putas del Puerto San Julián, el 17 de febrero de 1922. Ese día se negaron a recibir a los soldados del teniente coronel Héctor Benigno Varela, a quienes consideraron asesinos de la peor especie. Putas más inteligentes y humanas que unos cuantos historiadores y políticos que hasta hoy justifican la matanza.

Así presenta el episodio Juan Raúl, en las páginas 37 y 38 de “El Maruchito”:

VARELA: (El actor que fue Ciudadano y Contador, representa al Teniente Coronel Benigno Varela quien se dirige a uno de sus suboficiales). Les voy a dar el premio que se merecen mis muchachos… La Patria no les puede exigir tanto. Casi un año hace que no se miden como hombres y que no huelen otro olor que no sea a sangre, a pólvora y a huevos… Así que se me va a La Catalana ahora mismo, y me arregla todo con la Paulina Rovira para que sus pupilas me atiendan a los soldados. Que me los compensen con todos los servicios, ¡todos! por tanto sacrificio de andar por estas tierras de mierda matando a esos perros chilotes y anarquistas…

PAULINA: (Sentada con la cabeza de su hija reclinada en su falda, la acaricia y cuenta lo ocurrido. Todo ocurre en otro plano, rodeado de una intimista luz de otra dimensión temporal). Cinco eran, m’hija… Cinco ¡y las cinco se negaron! Por supuesto que me sentí tan feliz cuando me plantearon su huelga. No sé si su huelga… Creo que fue su batalla. Imaginate que éramos la última escoria… Lo más despreciable éramos, pero nos dimos el gusto de pegarles adonde más le duele a un hombre. Para ellos no habría servicio. No hacíamos el amor con los animales.

VARELA: ¡Es un insulto a la Patria! Es una agachada para los uniformes del orden y de la seguridad nacional! Se me van todos para allá ¡y entran sin permiso, carajo! ¡Con las armas en la mano se me meten a La Catalana y se sacan las ganas!

PAULINA: Cinco eran, m’hija. Cinco vulgares mujeres públicas. La Ángela que había sido modista y tendría unos treinta años, la Amalia Rodríguez que era la más jovencita y que fue la primera en agarrar la escoba y sacarlos afuera como lo que eran… ¡Asesinos! ¡Vulgares asesinos que mataban a sus hermanos simplemente porque se lo mandaban los milicos con más galones! Cinco eran, y los pudieron a todos. Bueno, sí… Seis, m’hija… Sí, seis… Yo también los saqué arando del prostíbulo… Me acuerdo que la gallega María estaba como ciega de bronca y les pegó por cada uno de sus hermanos españoles fusilados simplemente porque reclamaban una vida digna y un salario más justo… La Consuelo no se quedó atrás… ¡Y la gringa Maud! ¡Si la vieras, m’hija! Si la hubieras visto a la inglesa – Maud Foster se llamaba-; parecía más criolla que todas nosotras… Tuvieron que irse con las ganas, esos soldados asesinos… Con las ganas, y con la vergüenza de saber que teníamos razón… 17 de octubre de 1922: ¡Le ganamos una batalla a los represores! Varela nos hizo llevar detenidas y nos tomaron declaraciones y nos hicieron sumario, ¡pero no pudieron hacernos abrir de piernas para ellos! En memoria de tantos compañeros fusilados ¡no nos abrimos de piernas! Por tanta sangre, por tanto crimen y tanta injusticia, ¡no nos abrimos de piernas para ellos!



Gracias, Juan Raúl .


(Para ampliar la información y revisar los conceptos sobre este episodio, les sugiero un trabajo de Claudia Elisabet Sastre.)


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