viernes, 1 de enero de 2010

Canciones de poder. Grândola Vila Morena y la revolución de los claveles. 2.



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La canción

Frente a Oliveira Salazar, a Marcelo Caetano, a la DIPE y al aparato dictatorial, un cantautor con una guitarra. “Zeca Afonso” (1929 – 1987) o simplemente Zeca (según los documentos, José Manuel Cerqueira Afonso dos Santos), portugués de nacimiento, había conocido Angola y Mozambique en su juventud. Inició su carrera musical como cantante tradicionalista, hasta que empezó a componer: entonces los barrios pobres, el colonialismo y la proscripción inspiraron la poesía de sus canciones. Para 1967 había sido expulsado de la docencia, y entre detención y detención tuvo que ganarse la vida con la música.

En ese tramo de su vida, Zeca compuso “Grândola, vila morena.” Había conocido la villa de Grándola cuando fue allí a dar un recital, en mayo de 1964: era un pueblo de reducidas dimensiones, que hoy llega apenas a los 15.000 habitantes… pero con una interesante Biblioteca comunitaria, un Centro de música denominado nada menos que “Sociedad Musical Fraternidad Operaria Grandolense”, y una despierta conciencia política revolucionaria, a pesar de los buchones y los esbirros.

Para eludir la censura, Zeca grabó la canción en Hérouville (Francia) en 1971. Transcribimos su letra, que es casi innecesario traducir al castellano:

Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena /el pueblo es quien más ordena/
Dentro de ti, ó cidade
Dentro de ti, ó cidade
O povo é quem mais ordena
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada esquina um amigo
Em cada rosto igualdade
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena

Em cada rosto igualdade
O povo é quem mais ordena
À sombra duma azinheira /encina/
Que já não sabia a idade
Jurei ter por companheira
Grândola a tua vontade /tu voluntad/
Grândola a tua vontade
Jurei ter por companheira
À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade

El elemento que en una lectura apresurada parecería superfluo, la encina, es sin embargo un centro simbólico de los significados de la canción. A la sombra de una encina cuya edad ya no se sabe… qué mejor metáfora para nombrar al pueblo y su cultura, árbol antiguo y fuerte. El álbum que incluía esta canción se llamó “Cantigas do Maio”… en el calendario boreal, el mes de la renovación, el renacimiento, la revolución. A despecho de la censura, el disco se difundió clandestinamente y la canción fue escuchada, interpretada en las calles y reiterada en silbidos y tonadas.

Mientras crecía Grândola en las mentes y en los labios, la guerra colonial portuguesa se empantanaba en Angola, Guinea y Mozambique. Por ahí andaba el Che, peleando junto a angoleños y cubanos. Marcelo Caetano persistía en el ciego empeño colonialista; pero los militares habían comenzado a pensar por cuenta propia; algunos de ellos se habían interesado por el pensamiento socialista. Se formaba el Movimiento de las Fuerzas Armadas, en el que se agruparon los oficiales dispuestos a ponerle fin al régimen. Varios de ellos concurrieron a un recital de Zeca en marzo de 1974, en el Coliseo de Lisboa; y eligieron esa canción, que cerraba el espectáculo, como contraseña para el comienzo del movimiento armado. No por casualidad: la resonancia popular y el contenido de la letra condecían con las aspiraciones de los iniciadores de la revolución.

La revolución de los claveles

Quienes padecimos el servicio militar obligatorio, conocimos de cerca la limitada creatividad de los oficiales a la hora de elegir contraseñas. "Naranja - pato" supo ser la más original. Pero lo habitual era "Patria - Independencia", o "San Martín - Chacabuco", o "Ejército - Patria". Costaba recordarlas, de tan parecidas.

En cambio, la revolución portuguesa estuvo señalada por la poesía; dos canciones fueron sus indicadoras. La primera, “Y después del adiós”, de Paulo de Carvalho, fue emitida a la hora 23 del día 24 de abril de 1974. La segunda, que indicaba el avance de la revolución y la salida a la calle de las tropas de Lisboa, fue Grândola, Vila Morena. Se la escuchó en Radio Renascença a las 0.20 del día 25.

A pesar del pedido de los oficiales para que el pueblo no se expusiera, el común ocupó las calles, y cargó con claveles las bocas de los fusiles. Bastaron seis horas para que desapareciera el poder del régimen.

José Afonso narró con sencillez sus impresiones de esos días:

“Viví el 25 de Abril una especie de deslumbramiento. Fui hacia el Carmen, anduve por ahí... Estaba entusiasmado de tal modo con el fenómeno político que no me fijé bien, o no le di importancia, a lo de Grândola. Sólo más tarde, cuando se produjeron los ataques fascistas del 28 de septiembre o los del 11 de marzo y Grândola era cantada en los momentos de más grave peligro o de mayor entusiasmo, me di cuenta de todo lo que significaba y, naturalmente, tuve una cierta satisfacción.”

“Una cierta satisfacción” que por lo visto fue suficiente premio para Zeca; se rehusó a ser condecorado con la Orden de la Libertad.

Marzo, abril, mayo

El calendario también sabe de poesía. Se da una correlación cronológica en torno a la canción y la revolución. “Grândola” fue compuesta en marzo, a comienzos de la primavera en Portugal; fue contraseña de la revolución de abril, plena estación de las flores, tiempo de los claveles; y el disco que la contenía estuvo bajo la advocación de Mayo. Abril en Portugal era el momento propicio para una revolución popular; porque en los días tibios de primavera la calle “que es la cara de la historia” según Rafael Barret, se presta a reflejar los rasgos y los gestos de la multitud. La revolución de los claveles, el Mayo del ’68, el 17 de octubre del 45, la toma de la Bastilla en pleno verano, destellan de soles y gentes, a diferencia de los invernales golpes de junio de 1944, junio también de 1966, y el otoñal 24 de marzo de 1976, al que seguiría el invierno más largo y mortífero de nuestra historia reciente.

En cuanto a Portugal, antes de fines de 1975, y superando los dos intentos de golpe fascista, el pueblo había elegido a sus constituyentes y se había dictado una nueva carta fundamental. El país contaba con un gobierno representativo, había garantizado la independencia de sus colonias africanas, y estaba nacionalizando las grandes empresas y la banca. Tan luego una revolución de claveles y canciones, cómo no iba a cumplir con su promesa: “fascismo nunca más”.

Supongo que Llerena Amadeo se habrá sentido apenado con estos cambios. Y habrá querido desquitarse en nuestro país a partir de 1976, sacrificando personas a la estrella de su preferencia.

Pero las canciones, siempre, siempre son más fuertes.

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