viernes, 6 de febrero de 2009

Las calles callan. Poesía.

Adoquines grandes en una calle de Buenos Aires.
“Las calles callan”

Durante varios meses estuve sin escribir poesía. Mi último libro, “Ciudad”, había quedado incompleto, y pensé que lo estaría por mucho tiempo. Hasta que en enero de 2009 Robert Gurney me envió un poema suyo en el que recordaba el empedrado de las calles de Luton. Comenzamos a conversar a distancia sobre las calles y sus pavimentos, y escribí “Las calles callan” en prosa. Luego ese texto se convirtió en esta poesía, donde también está el relato de Gabi Nacach y su murga, y la lucha de Lili Bina en Córdoba: sin saberlo, ayudaron a escribir esto.

Poesía

Las calles callan



1

Es tanto
lo que callan las calles.

Bajo el asfalto
están los adoquines
como niños hijos de reyes
ahogados en sus camas

sus rodillas marcadas
por cicatrices de aventuras:

les arrojábamos bulones
a reventar
cargados de potasio y de saña

para espantar al mundo
a los poderes constituidos
a las viejas del barrio.

Eran los tiempos de la resistencia
una señora pulcra se asustaba

- deben ser los peronistas
decía.



2

Los adoquines
ahí abajo
recordarán

el zapateo
de las herraduras

los caballos trotones de los carros
del lechero
el quintero
el panadero

venían
redoblando
desde un alba de potreros y de cuadras

cloqueando
que todo estaba bien
que el mundo
se prestaba a mantenernos
otro día.

Los adoquines festejaban
rompiendo en chispas.


3

Adoquines
de 20
centímetros de arista
hombro con hombro desparejos
de galeotes
en fila

o adoquines pequeños
granitullo
dibujando florones y abanicos
como en las viejas carpetitas de hilo

todos están
bajo el asfalto

con las muescas
que dejaban las mazas de diez kilos
de los presos

- penados
les decían

tallaban el granito
en Sierra Chica

cada uno
cada golpe
irrepetible.

Tanto
callan las calles.


4

Ni tampoco el asfalto
es inocente

su sombra coagulada
silencia bosques de helechos
derretidos

fétida
carne de dinosaurios

alas de libélulas

debieran poner letreros:
pisar con mucho cuidado.


5

El barrio donde viví
en Córdoba
antes se llamó Pueblo
General Paz

lo planeó un arquitecto
francés

calles y plazas como calmos gobelinos
soforas y lapachos de ademán cortesano

y rejas de balcones Segundo Imperio
segundo
imperio
con testas de leones en llamas
floreciendo
en el centro de un sol.

Una ciudad francesa
una alfombra de lujo

tendida sobre los campos de monte
donde en tiempos crecían
yeguadas y entreveros.

6

Ahí
en General Paz
me decían
hubo
una laguna
y un tala gigantesco
en la calle Deheza

- esto no lo vi escrito
en ningún libro.

En ese lugar
habían peleado
caballos y moharras
de cordobeses contra cordobeses
de federales contra liberales

la última batalla
(las batallas
siempre son las últimas).

Ganaron los liberales.

7

En 1940
descuajaron el tala
secaron la laguna
para facilitar el tránsito

ahora la gente
camino del mercado
pisa el campo de batalla
y no lo sabe

a comienzos de cada primavera
una bandada de pájaros da vueltas
buscan el agua
los juncos
donde anidaban sus ancestros
hace treinta generaciones.

Los viejos
cuando charlan en las noches de verano
de silla a silla
en la vereda

remojan su memoria
en aquella laguna sin nombre.


8

Cuando alguien sabe algo
con certeza
dice

me lo sé de memoria.

Yo me lo sé de memoria
a Agustín Tosco
en marcha
por las calles de Córdoba

por más que esas calles
ahora callen.


9

Lo veo
Agustín Tosco
erguido
dando un primer paso
de una marcha de mil millas

aplomado
como una efigie

rampante
como el obrero que viene marchando
desde 1936
desde un cartel
de la República Española

pero de medio perfil
está escuchando
a un compañero
que le dice algo.


10

Camina
Agustín Tosco
junto a Atilio López
el obrero
el que será elegido
vicegobernador
el que será asesinado
por el terror blanco

camina
por Vélez Sársfield

un paso y cae
el general Onganía
un paso y cae
el gobernador Uriburu
tan parecido al bicho que lleva su apellido
un paso y cae
el general Levingston

cuando camina
Agustín Tosco
junto a la muchedumbre.


11

Lo veo
de memoria

Agustín Tosco
el hombre de Luz y Fuerza
hombre de luz
hombre de fuerza

camina
con la muchedumbre
camina
por Vélez Sársfield
hasta la esquina de San Juan
camina
hacia el presidio de Trelew

(sus compañeros
van a marchar
hasta que él salga libre)

camina
hacia el hospital
donde va a morir
demasiado pronto.

Tantas calles caminó
y ahora ninguna lo nombra

tan firme fue
frente a los tiempos
y ahora
en una ciudad de tantas estatuas
no hay una
que imite su firmeza.


12

De tanto en tanto
una nueva multitud
camina
por el centro de Córdoba
van por Colón y luego
por Vélez Sársfield
hasta San Juan
donde ahora hay un shopping

y nada cae –

pareciera
que la multitud camina
del mismo modo que los pájaros
sobrevuelan
en círculos
el lugar donde estuvo la laguna.

Pero
quién sabe.


13

Gabi Nacach
es antropóloga
y murguera

me dice
elegí aprender y enseñar
con el cuerpo y el alma
bailando carnavales.

Han nacido 700 murgas
en los últimos diez años
y en este mes son 105
sólo
en el carnaval de Buenos Aires.

Los gobiernos militares
las habían prohibido

ahora
en este país célebremente triste
tenemos
más comparsas que regimientos
más murgueros que curas.
14

Tres veces por día
los noticieros de Buenos Aires
les avisan
a los automovilistas

tal avenida está cortada
por una marcha
por un piquete.

A este paso
entre murgas y reclamos
van a gastar el asfalto

a este paso
van a aflorar
los adoquines

van a contar
lo que las calles
callaban.

Río Colorado, febrero de 2009.


A Gabi Nacach, murguera en las calles de Buenos Aires.
A Lili Bina, luchadora en Córdoba.
A Bob Gurney, quien me enseñó palabras que destapan las piedras.

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