viernes, 6 de marzo de 2009

La Candelaria sustituida. Una operación simbólica de la Iglesia Católica en Argentina.


Tradicionales "rosquitas de Candelaria", hechas para su fiesta. Se observan las "marcas de San Antonio" - las mismas que tradicionalmente se hacían en el reverso del pan.




Operaciones simbólicas de la Iglesia. Instauración, absorción, eliminación, sustitución.

La instauración, y la incorporación a la Inmaculada


Queda dicho que la secuencia temporal o la contemporaneidad en la “aparición” de las imágenes de la Virgen de las Candelas u otras de su familia, así como la similitud de los relatos, permite suponer una orientación de acciones simbólicas coincidente hacia ciertos objetivos.

La operación simbólica de la instauración abarca desde el siglo XIII en Europa y fin del mismo en Canarias, hasta el siglo XVII en la América española.

La etapa subsiguiente es la reabsorción de esta devoción bajo una nueva figura. El mismo San Bernardo de Clairvaux, que posiblemente haya estado relacionado con la etapa de instauración, había comenzado a defender la idea de que la Virgen había sido engendrada sin pecado original. Esta idea generó imágenes y oraciones dirigidas a la Inmaculada Concepción. De hecho, las Candelarias fundadoras de América se vinculan a esa advocación. Aunque recién fue promulgada como dogma por el papado en 1854, la Inmaculada Concepción constituyó una devoción oficial de la Corona española, desde el siglo XVII. Las Vírgenes patronas y fundadoras nacieron asimiladas o se fueron asimilando con esta advocación.

Eliminación y sustitución

Más arriba señalaba que, según los testimonios orales, el festejo de la Candelaria en San Antonio de Arredondo fue desalentado por los curas en la década de 1960. Luego encontré datos similares en relación con otros cultos populares, que fueron silenciosamente abandonados en esos años. Procesiones, devociones de barrio o caserío, rituales de curación o propiciación, quedaron en un cono de penumbra hasta desaparecer.

A ver por qué.

La Iglesia y las tradiciones.

¿Que la Iglesia Católica es tradicionalista? Esa afirmación me parece tan errónea como decir que el conservadorismo es reaccionario. Los más genuinos conservas suelen ser, cuando menos, anarquistas. Y en cuanto a las tradiciones populares, las jerarquías eclesiásticas, que administran al pueblo pero no son parte de él, las miran de reojo. Las aceptan, no las promueven ni acompañan su traspaso a nuevas generaciones.

Es que la tradición es orejana. Tiene su propio arraigo en la vida de los pueblos, y por eso no es maleable, no responde al canon dogmático, se reproduce sin la mediación de jerarquías y ministerios institucionalizados. De ahí que resulte inaceptable para los órdenes constituidos. Agréguese que en toda devoción o arte tradicional despunta un dejo carnavalesco de ironía, de burla al poder (incluído, como no, el eclesiástico) o de soltura orgiástica, y están dichos los motivos para que lo tradicional sea calladamente prontuariado como subversivo. Por eso la Iglesia oficial ha sido y es enemiga de los cultos tradicionales, aunque a veces deba disimularlo.

La sustitución de algunas invocaciones “antiguas” de la Virgen y de algunos santos por otras más modernas, responde a una política simbólica de larga data: se trata de suprimir esa “subversión” que entraña lo tradicional. En su momento la Iglesia asimiló y desplazó a las deidades del paganismo grecolatino; luego, a las de los pueblos americanos y africanos; y en todo momento, a quienes intentaron entender y vivir el cristianismo por caminos ajenos a los que marcaba y administraba la jerarquía. Hoy prosigue su ofensiva de disgregación de los cultos que actualizan por momentos esos contenidos tradicionales, y con ellos la utopía cristiana sincrética.

Nuevas vírgenes, más civilizadas y menos mezcladas con la carne y la sangre de los pueblos, han llegado para desplazar a las morochas tradicionales. La de Schoenstatt, imagen alemana instalada en su país de origen en 1915, copa la banca de la fiesta de la Inmaculada, el 8 de diciembre. Y con ella viene de importación una pauta organizativa europea, muy distante y distinta de las comisiones de pobladores que organizaban la fiesta de la Candelaria. Me sigo preguntando cuánto hay de casual en que el primero centro de este culto se sitúe en Florencio Varela, donde hubo una importante colonia alemana… y estuvieron internados oficiales del Graf Spee, que colaboraron en operaciones de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial.

Otro culto en auge es el de la Virgen de San Nicolás, con rasgos de dama de clase media blanca argentina. Su aparición en 1983 y su instalación mediática e institucional a partir de entonces, la posicionan como otra “fundadora”, sin rasgos que entren en conflicto con la jerarquía. Curas y obispos han sido esta vez los promotores del culto, y ya no indios, africanos, mestizos o mulatos. El agua del santuario es codiciada por los fieles, que le atribuyen virtudes curativas. Para no ser menos en materia de relaciones exteriores o de turismo internacional, en el año 2001 las jerarquías planearon el viaje de una imagen réplica por vía marítima hacia Roma. Allí la imagen sería bendecida por el papa Juan Pablo II, y luego regresaría a la Argentina, en un viaje que la llevaría a recibir el saludo de sus fieles en distintas ciudades. El viaje en el buque Costa Allegra se vio empañado porque alguien aprovechó para deslizar algunos kilos de cocaína, que fueron detectados por la Prefectura Naval.

Otra devoción recientemente importada es la Virgen Desatanudos. Mucho más distinguido es nombrarla en alemán. La importación moderna viene de ahí, no de países latinoamericanos ni africanos. Parece que las vírgenes más eficaces nos vienen de Alemania, ¿por qué será? Dice el sitio oficial: "el nombre de Ntra. Sra. Knotenloserin ("la que desata los nudos") cuya imagen se venera en la iglesia de Saint Peter am Perlach en Ausburgo (Alemania), se refiere a la mediación maternal de la Virgen para resolver la maraña de nuestras dificultades. Probablemente fue pintada hacia el 1700. Quien mira este cuadro por primera vez queda sorprendido por lo extraordinario del motivo pictórico. No se trata de una pintura de la "Madonna" o de la madre con su hijo."

Por lo visto, la devota que esto opina nunca ha oído hablar de la “tradicional” Virgen de la Merced, ni ha visto su imagen de fuerte énfasis liberador. Convengamos además que traer de la Alemania moderna una imagen protectora de la libertad... sería como que Argentina exporte Vírgenes contra la inflación.

Pero ahora entiendo. Se trata de sustituir. No seguir con una virgen morena que se aparece por acá cerca a labriegos y pastores humildes, y que da lugar a batucadas, sino presentar una imagen que pudo ser observada por alguien que viajó a Alemania y se la trajo... en 1996. Precisamente cuando ya reelegidos CSM y Cavallo, seguía en vigencia el "uno a uno", que tanto favoreció el turismo internacional de los argentinos. Y la trajeron a una zona de countries y viviendas coquetas, el Talar de Pacheco, donde se la reverencia en la parroquia de San José. Las nuevas vírgenes tienen esto en común: hay que ir a buscarlas al primer mundo, adonde no cualquiera puede comprar pasaje o conseguir visa de ingreso; marcan la distinción de una clase en menguante; y hay que instalarlas lejos del pobrerío. La otra virtud de estas imágenes, es que se dejan administrar desde un comienzo por párrocos y obispos. La Desatanudos ha sido llamada alguna vez De Sotanudos. Nada de aquellas feas luchas en que la Morenita imponía su voluntad a pesar de los traslados impuestos por estancieros, curas y prelados.
Estas nuevas y pálidas vírgenes germánicas de cerámica reflejan el mal llamado buen gusto de la pequeña burguesía importadora católica argentina, sector social al que también pertenece su exigua clerigalla. Tardíamente, la Iglesia toma distancia de los cultos populares y se arrima a un sector social en extinción, sector que está sumergiéndose en un pueblo cada vez más, y más felizmente, mestizo y mulato, cada vez más latinoamericano.

Esto lo digo porque en ciertos temas soy conservador, es decir, porque soy anarquista. Y porque no cambio diez vírgenes alemanas por una sola Candelaria. Sigo prefiriendo a la Señora de las Candelas que se cierne sobre las aguas del mar, aquí como en Brasil, donde le rezan la canción de amor y nostalgia de Romildo y Toninho; la morena que siendo virgen pare pueblos y naciones; a la que preside fiestas donde el espíritu está encarnado; esa de las luces que nos conectan con el trasmundo; la señora del mar y del fuego, opuestos que son uno en la vibración y la potencia del mito y del rito, que nos une con la magia de los lugares y de las criaturas del universo.

Ramón Minieri - Marzo de 2009

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