miércoles, 25 de febrero de 2009

Argentina, socialismo y cocaína. Las profecías de Valle Inclán.

Haciendo click sobre la imagen, se puede leer otra poesía profética de Ramón del Valle Inclán. Esta, alusiva a Bolivia.

Argentina, socialismo y cocaína. Las profecías de Valle Inclán.

Yo anuncio la era argentina
de socialismo y cocaína.
(“La pipa de kif”, 1918)

El autor de estos versos no encajó en ningún oficio, ningún nicho ecológico, ninguna estantería, ninguna institución. Como dramaturgo, tuvo que soportar que alguna de sus mejores obras fuera rechazadas por sus pares; una novela suya fue pospuesta en un certamen, aunque en privado el jurado reconoció sus méritos: se la consideró demasiado innovadora… En poesía tuvo que inventar su propio e incómodo género, el esperpento. Para más, su aspecto físico: una capa que no dejaba en paz al aire, una barba de satanuelo que se interponía cuando querías verle la cara; y en el colmo de lo desparejo, había quedado manco de consecuencias de un intercambio de golpes. Porque también le gustaba batirse a duelo.

Ramón del Valle Inclán (1866 – 1936) gallego, de la Galicia de los misterios, del lenguaje secreto de los canteros, del Finisterre, del picnic familiar con el muerto al lado, no quiso ser lineal. El cuadrilátero dictador Primo de Rivera, al enterarse de un arresto de 15 días impuesto al poeta, lo calificó de “eximio escritor y extravagante ciudadano”. No se dio cuenta: la ciudadanía de Ramón era antes que nada su escritura. Y Ramón no podía ser ese tipo de ciudadano ágrafo que el primo de Primo quería, un ciudadano bueno para las dictaduras.

Por cierto uno entiende que a Rivera lo haya desconcertado este hombre que se proclamaba carlista leninista. Esta conjunción todavía desconcierta a sus comentaristas. Pero una cosa no quita la otra. En su último congreso legal (1972) el carlismo se definió como “partido de masas, de clase, democrático, socialista y monárquico federal”. Y alguien desde el poder fabricó un asesinato político contra la reunión carlista de 1976 en Montejurra, para cortarle el camino a esa tendencia. (Se contrató a un matón argentino que había baleado muchachos en Ezeiza en 1974; el saldo fueron dos carlistas muertos y varios heridos.)

“Tirano Banderas”, “Los cuernos del Teniente Friolera”, “Ruedo Ibérico”, son algunas de las obras en que este ciudadano de las letras iluminó con poesía implacable los malos hábitos de nuestras dictaduras españolas y americanas. A su muerte, el poeta fue homenajeado por Mundo Obrero y por el partido Comunista.

Como todos los poetas, sabiéndolo o no, Ramón del Valle Inclán fue profeta. Cuando se libera la palabra, esta se sitúa no en el futuro, sino por encima de los tiempos. Y así resulta profética – que no es lo mismo que anticipatoria.

En 1918 publicó “La Pipa de Kif”, libro escrito entre el humito del cáñamo al que elogia en una de las poesías, “La tienda del herbolario”. En otro poema, “Aleluya”, brotan los versos que inician este artículo. Para hacer más completa la cita, incluimos algunos renglones más:

En mi verso rompo los yugos,
y hago la higa a los verdugos.

Yo anuncio la era argentina
de socialismo y cocaína.

De cocotas con convulsiones
y de vastas revoluciones.


Evitaré avanzar en interpretaciones sobre el núcleo de esta visión. Sólo diré algo que entreveo: postular la ruptura del yugo (emblema de los Reyes Católicos, y luego del fascismo español) era una arriesgada apuesta simbólica política. En cuanto al socialismo argentino, recordemos que en 1904 Alfredo Palacios había sido electo como primer diputado socialista de América por los votantes de los conventillos de la Boca; que en 1913, Enrique del Valle Iberlucea era ungido primer Senador socialista en el continente. Y en 1918 la Reforma Universitaria sacudía las instituciones.

En su segunda venida a América en 1910, Ramón había estado en la Argentina; y también anduvo por Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Al buscar imágenes para acompañar esta presentación, he hallado también una profecía suya para Bolivia.

Propongo pensar en esta profecía argentina. Incumplida, se dirá. Pero qué profecía lo es más que aquella que conserva intacto su potencial de cumplimiento – es decir, su incumplimiento. Aquella palabra que se mantiene más allá de lo viable, camino a lo esperanzable.


25 de febrero de 2009.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones por el blog, siempre entusiasman las creaciones, las reflexiones e ideas de nuestra gente. No hay que aflojar, hay que crecer. Fernando Gonzalez Carey, desde Gral.Roca RN