Kurt Vonnegut, autor de "Pájaro de celda" (1979).
Malos versos. Madoff, Ponzi, Roosevelt y Vonnegut
Seguimos con Kurt Vonegut en “Pájaro de celda”, su brillante novela de 1979. Nos dice a continuación Walter F. Starbuck, el preso que estaba siendo liberado cuando se encontró con el Dr. Di Sanza:
“Me siento inclinado a creer ahora, con mi tosca idea de la economía, que todo gobierno próspero es por necesidad un Plan Pomzi. Acepta enormes préstamos que no puede devolver. De qué otro modo puedo explicarles yo a mis nietos cómo eran los Estados Unidos en los años treinta, cuando sus propietarios y políticos no podían hallar medio de que muchos de sus compatriotas ganasen aunque sólo fuese para cubrir las necesidades más básicas, como la alimentación, la ropa y el combustible. ¡Era un infierno conseguir zapatos!
Y luego, de pronto, se veía a gente que antes era pobre en clubs de oficiales, elegantemente vestida y pidiendo filet mignon y champán. Había antiguos pobres en los clubs de alistados, adecuadamente vestidos y pidiendo hamburguesas y cerveza. El hombre que dos años antes tapaba los rotos de las suelas de los zapatos con cartón, tenía de pronto un jeep o un camión o un avión, o un barco, y suministros ilimitados de combustible y municiones. Le daban gafas y le arreglaban la dentadura si hacía falta, y lo inmunizaban contra todas las enfermedades imaginables; estuviese en la parte del planeta que fuera, hallaban un medio de proporcionarle pavo asado y salsa de arándanos para el Día de Acción de Gracias y el día de Navidad.
¿Qué había pasado?
¿Qué podía ser aquello sino un Plan Pomzi?
Cuando el doctor Carlo Di Sanza se hizo a un lado y nos dejó pasar a Clyde y a mí, Clyde empezó a maldecirse por su falta de visión amplia.
- Encargado de bar, técnico en aire acondicionado, cerrajero… guardia de prisión – dijo – pero, ¿qué me pasa a mí?, ¿por qué pienso tan en pequeño? /…/ Los que triunfan en este país nunca piensan en cosas pequeñas.
- ¿Los que triunfan? – dije, incrédulo - ¡Estás hablando de delincuentes que están en la cárcel, por Dios!
- Sí, claro, pero casi todos tienen mucho dinero guardado fuera. Y aunque no lo tuvieran, saben cómo conseguir muchísimo más.”
Ilusión y versos malos: capitalismo cuartetero
¿Cómo ven ustedes ese texto?
Para mí, estas páginas de Vonegut son más explicativas que los libracos de Samuelson y otro montón de académicos. El sistema capitalista, es algo consabido, se nutre de lo precapitalista, lo extra capitalista, y aún lo anticapitalista. Sin ello, no sólo no podría crecer; ni siquiera lograría subsistir. El pegamento para que se sostenga el edificio de apariencia racional y utilitaria, está constituido por afectividad, capacidad para dejarse ilusionar, fidelidad a los compromisos, y un montón de esas virtudes bondadosas que enseñaba la escuela.
Capitalismo sin un aderezo de ilusión, nadie se lo traga. Sea que la ilusión se llame Obama o Bettie Mae Page o la que sea. También es como para volver a pensar cuál es el papel de los escritores, los cronistas de blogs y de diarios, los famosos ensayistas aparecidos en la revista Ñ…
La ilusión es el pegamento del sistema capitalista. Y posiblemente de otros. ¿Habrá sistema en el cual el rey no esté desnudo? Lo cierto es que la prisa de estos días es por restablecer, antes que la rentabilidad, la ilusión.
Encuentro otra idea urticante en la reflexión de Walter Starbuck. La economía a partir de Roosevelt dice él, funciona como un Plan Pomzi. E interpreto yo: aceptado que es imposible repartir mejor los ingresos, imposible evitar la sobrecapitalización de unos al lado del empobrecimiento progresivo de otros, entonces hay que aceitar el sistema para que pueda seguir funcionando. El aceite económico se llama endeudamiento, crédito cada vez más difundido con cada vez menos requisitos; el aceite político se llama intervención del Estado (tolerada a regañadientes, pero imprescindible para el poder económico) y guerra; y el lubricante ideológico – afectivo… completar sobre la línea de puntos.
El anticomunismo intransigente del doctor Di Sanza, su defensa de la tierra de las libertades y las oportunidades, calzan con el perfil ideológico del heroico empresario generador de utilidades y más utilidades… por cierto, él ha hecho ricos a algunos! También el Estado ha hecho lo mismo. Y estos antecedentes alientan la pervivencia del mito: ved, si estos pudieron, entonces pueden lograrse infinitas ganancias para infinitas personas, dice la homilía.
Y siempre habrá un Ponzi. Y siempre uno entre mil se mantendrá a flote por un tiempo, alentando este pobre y repetido mal verso. Y siempre habrá alguno que crea, y habrá alguno que le lleve sus ahorros al Madoff más reciente, que en fin, no hace otra cosa que darles aquello que quieren a los que pretenden vivir de rentas por arte de milagro.
Seguimos con Kurt Vonegut en “Pájaro de celda”, su brillante novela de 1979. Nos dice a continuación Walter F. Starbuck, el preso que estaba siendo liberado cuando se encontró con el Dr. Di Sanza:
“Me siento inclinado a creer ahora, con mi tosca idea de la economía, que todo gobierno próspero es por necesidad un Plan Pomzi. Acepta enormes préstamos que no puede devolver. De qué otro modo puedo explicarles yo a mis nietos cómo eran los Estados Unidos en los años treinta, cuando sus propietarios y políticos no podían hallar medio de que muchos de sus compatriotas ganasen aunque sólo fuese para cubrir las necesidades más básicas, como la alimentación, la ropa y el combustible. ¡Era un infierno conseguir zapatos!
Y luego, de pronto, se veía a gente que antes era pobre en clubs de oficiales, elegantemente vestida y pidiendo filet mignon y champán. Había antiguos pobres en los clubs de alistados, adecuadamente vestidos y pidiendo hamburguesas y cerveza. El hombre que dos años antes tapaba los rotos de las suelas de los zapatos con cartón, tenía de pronto un jeep o un camión o un avión, o un barco, y suministros ilimitados de combustible y municiones. Le daban gafas y le arreglaban la dentadura si hacía falta, y lo inmunizaban contra todas las enfermedades imaginables; estuviese en la parte del planeta que fuera, hallaban un medio de proporcionarle pavo asado y salsa de arándanos para el Día de Acción de Gracias y el día de Navidad.
¿Qué había pasado?
¿Qué podía ser aquello sino un Plan Pomzi?
Cuando el doctor Carlo Di Sanza se hizo a un lado y nos dejó pasar a Clyde y a mí, Clyde empezó a maldecirse por su falta de visión amplia.
- Encargado de bar, técnico en aire acondicionado, cerrajero… guardia de prisión – dijo – pero, ¿qué me pasa a mí?, ¿por qué pienso tan en pequeño? /…/ Los que triunfan en este país nunca piensan en cosas pequeñas.
- ¿Los que triunfan? – dije, incrédulo - ¡Estás hablando de delincuentes que están en la cárcel, por Dios!
- Sí, claro, pero casi todos tienen mucho dinero guardado fuera. Y aunque no lo tuvieran, saben cómo conseguir muchísimo más.”
Ilusión y versos malos: capitalismo cuartetero
¿Cómo ven ustedes ese texto?
Para mí, estas páginas de Vonegut son más explicativas que los libracos de Samuelson y otro montón de académicos. El sistema capitalista, es algo consabido, se nutre de lo precapitalista, lo extra capitalista, y aún lo anticapitalista. Sin ello, no sólo no podría crecer; ni siquiera lograría subsistir. El pegamento para que se sostenga el edificio de apariencia racional y utilitaria, está constituido por afectividad, capacidad para dejarse ilusionar, fidelidad a los compromisos, y un montón de esas virtudes bondadosas que enseñaba la escuela.
Capitalismo sin un aderezo de ilusión, nadie se lo traga. Sea que la ilusión se llame Obama o Bettie Mae Page o la que sea. También es como para volver a pensar cuál es el papel de los escritores, los cronistas de blogs y de diarios, los famosos ensayistas aparecidos en la revista Ñ…
La ilusión es el pegamento del sistema capitalista. Y posiblemente de otros. ¿Habrá sistema en el cual el rey no esté desnudo? Lo cierto es que la prisa de estos días es por restablecer, antes que la rentabilidad, la ilusión.
Encuentro otra idea urticante en la reflexión de Walter Starbuck. La economía a partir de Roosevelt dice él, funciona como un Plan Pomzi. E interpreto yo: aceptado que es imposible repartir mejor los ingresos, imposible evitar la sobrecapitalización de unos al lado del empobrecimiento progresivo de otros, entonces hay que aceitar el sistema para que pueda seguir funcionando. El aceite económico se llama endeudamiento, crédito cada vez más difundido con cada vez menos requisitos; el aceite político se llama intervención del Estado (tolerada a regañadientes, pero imprescindible para el poder económico) y guerra; y el lubricante ideológico – afectivo… completar sobre la línea de puntos.
El anticomunismo intransigente del doctor Di Sanza, su defensa de la tierra de las libertades y las oportunidades, calzan con el perfil ideológico del heroico empresario generador de utilidades y más utilidades… por cierto, él ha hecho ricos a algunos! También el Estado ha hecho lo mismo. Y estos antecedentes alientan la pervivencia del mito: ved, si estos pudieron, entonces pueden lograrse infinitas ganancias para infinitas personas, dice la homilía.
Y siempre habrá un Ponzi. Y siempre uno entre mil se mantendrá a flote por un tiempo, alentando este pobre y repetido mal verso. Y siempre habrá alguno que crea, y habrá alguno que le lleve sus ahorros al Madoff más reciente, que en fin, no hace otra cosa que darles aquello que quieren a los que pretenden vivir de rentas por arte de milagro.
Lo vamos a extrañar a Kurt Vonnegut. No es casual que en vida no haya recibido montones de premios, ni haya sido citado en los discursos de los presidentes norteamericanos.
(Los textos de Vonnegut han sido tomados de la edición Argos Vergara S.A. Barcelona, 1980. Traducción de José M. Alvarez y Ángela Pérez. )
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